La crisis del ladrillo, mientras se sigan dando noticias como la que os enlazo, es tan solo ganas de quejarse. Tras años de forrarse ciertos ayuntamientos a costa de recalificar sus suelos para pagarse campañas políticas y demás bribonerías ya demostradas, porque esto es España, como comenta siempre Arturo Pérez-Reverte, y así mismo los susodichos constructores, no todos, pero los demasiados, que empiezan a tejer un paño de lágrimas porque se les ha acabado el chollo. Cualquier mente lúcida y preclara podría haberles dicho que los crecimientos exagerados siempre se dan en periodos cortos de tiempo, pero siempre es mejor matar a la gallina para sacarle los huevos de oro y quedarse sin ella. Será que no hemos disfrutado del Carpe Diem.
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